sábado, 15 de septiembre de 2012

Los libros de Historia nos dicen que cuando los españoles, al mando de Diego Almagro, llegaron al lago Titicaca en 1535, quedaron maravillados al ver las ruinas de Tiahuanaco y los restos de las estructuras megalíticas, algunos de cuyos bloques pétreos pesaban mas de cien toneladas. Estos primeros viajeros quedaron impresionados ante el gigantesco tamaño de los edificios y la atmósfera de misterio que los rodeaba.
Fue en aquel momento cuando nació la historia arqueológica de Tiahuanaco. Diego Almagro y sus tropas buscaban oro y les importaban poco las piedras labradas.
El cronista de los conquistadores españoles, Pedro Cieza de León (1518-1560), en su obra “Crónicas del Perú” afirma lo que le contaron sus guías aymaras de que “ Tiahuanaco se edificó antes del diluvio, en una sola noche, por gigantes desconocidos”. “Los gigantes vivieron aquí en soberbios palacios. Pero por no hacer caso a una profecía de los adoradores del Sol, fueron devorados por sus rayos y sus palacios se vieron reducidos a ruinas”.
También existe la leyenda inca en la que se cuenta que Tiahuanaco fue construida en una sola noche. por titanes, o por “criaturas llegadas del cielo”.
Otro visitante español del mismo período narro una tradición según la cual las piedras habían sido alzadas de forma misteriosa del suelo: << fueron transportadas por el aire a los sonidos de una trompeta.>>. También Garcilaso de la Vega escribió una detallada descripción del lugar maravillándose y preguntándose como y quienes pudieron llevar a cabo aquella colosal empresa.
Hoy en día no es posible encontrar ninguna de las estatuas de figuras humanas que existían en el siglo XVI. Sólo tenemos fragmentos y piezas y las palabras de viejos misioneros que visitaron la ciudad de los muertos en compañía de los nativos. “Había muchas delicadas estatuas de hombres y mujeres, tan reales que parecían vivientes. Algunas sostenían copas y parecían estar en posición de beber… En mil posturas naturales, las estatuas aparecían de pie o reclinadas.” El viejo misionero manifestó una gran curiosidad porque muchas de las figuras aparecían representadas con barba. En otro artículo veremos las posibles relaciones con los dioses sumerios.
Tras el saqueo impresionante llevado a cabo sobre las ruinas de Tiahuanaco podemos observar hoy en día y en colecciones particulares objetos maravillosos: estatuas de oro macizo, que pesan de dos a tres kilos, tazas, platos, vasos, cucharas de oro. Ello nos da a entender que los antiquísimos habitantes de la “ciudad de Viracocha” conocían los objetos que hoy utilizamos en nuestras mesas y que aparecieron por primera vez en Europa hacia finales del siglo XVI, cuando en América los vemos entre los aztecas, incas y otros pueblos más antiguos.

El arqueólogo austriaco Arthur Posnansky (1873-1946) dedicó gran parte de su vida al estudio de esta ciudad, y la pregunta que él se hizo y que nos hacemos nosotros es: ¿cuándo fue construida Tiahuanaco?.

Las tesis oficiales históricas nos dicen que las ruinas tienen unos 2.500 años. Pero, basándonos en los cálculos matemáticos y astronómicos del profesor Arthur Posnansky, de la Universidad de la Paz, y el profesor Rolf Muller llegamos a unas fechas que si que podrían explicar mejor los cambios producidos en la región. Estos investigadores sitúan la fase principal de la construcción de Tiahuanaco hace 17.000 años.

Tras la construcción de esta ciudad sobrevinieron una serie de cambios geológicos, con fechas marcadas en torno al 11.000 a.C. que comenzaron a separar cada vez más la ciudad de la costa del lago.
Arthur Posnansky, en “Tiahuanaco, la cuna del hombre americano”, cree que la ultima civilización de Tiahuanaco apareció hace unos 16.000 años, y que en algún lejano momento se produjo un fenómeno geológico de proporciones dantescas que fraccionó la Cordillera de los Andes.

Posteriormente se produjo una elevación de la región del lago Titicaca hace unos 11.500 años, cuando se produjo el hundimiento de la Atlántida.
Según Posnansky el terrible cataclismo que ocurrió en aquella región durante el undécimo milenio a. C. fue causado por unos movimientos sísmicos que hicieron que se desbordaran las aguas del lago Titicaca y provocaron erupciones volcánicas. Asimismo es posible que ocurriera un aumento temporal del nivel del lago debido al desborde de otros lagos que se hallaban más al norte y a una mayor altitud.

Entre las pruebas presentadas por Posnansky de que el agente destructor de Tiahuanaco había sido una inundación, cabe citar el hallazgo de flora lacustre mezclada en el aluvión con los esqueletos de seres humanos que habían perecido en el cataclismo y el hallazgo de varios esqueletos de unos peces también hallados en el mismo aluvión.
Además se habían hallado unos fragmentos humanos y esqueletos de animales que yacían en caótico desorden entre piedras, utensilios, herramientas e infinidad de objetos.

Fue realmente una terrible catástrofe la que asoló Tiahuanaco y, si Posnansky esta en lo cierto, se produjo hace más unos 11.500 años (curiosa coincidencia con los datos que aporta Platón sobre el hundimiento de la Atlántida). A partir de entonces, aunque la inundación remitió, “la cultura del Altiplano no volvió a alcanzar un elevado nivel de desarrollo, sino que cayó en una absoluta y definitiva decadencia”.
Los terremotos que habían hecho que el lago Titicaca inundara Tiahuanaco fueron solo los primeros de una serie de desastres que acaecieron en esa zona. Aunque en un principio estos hicieron que las aguas del lago se desbordaran, al cabo de cierto tiempo provocaron el efecto contrario, reduciendo de forma progresiva la profundidad y el área de superficie del Titicaca. A medida que pasaban los años, el nivel del lago continuó descendiendo aislando así a la gran ciudad, alejándola de las aguas que antaño habían desempeñado un papel decisivo en su vida económica.
Al mismo tiempo existen pruebas que el clima de la zona de Tiahuanaco se volvió mas frío y desfavorable para el cultivo de unas cosechas que con anterioridad se habían desarrollado sin problema. Podemos decir que un periodo de calma siguió al momento crítico de los disturbios sísmicos pero luego, el clima empeoró y se hizo inclemente; como consecuencia de ello se produjeron unas emigraciones masivas de gentes de los Andes hacia emplazamientos más favorables.
Los habitantes de Tiahuanaco, integrantes de una civilización muy avanzada y recordados en las tradiciones locales como “los viracochas”, tuvieron que luchar para sobrevivir. En todo el Altiplano se hallaron curiosas pruebas que indican que habían llevado a cabo experimentos agrícolas de carácter científico, con gran ingenio y dedicación, para tratar de compensar el deterioro climático; así por ejemplo, lograron eliminar la toxicidad de determinadas especies vegetales para que fueran comestibles.
También diseñaron unos campos de cultivo con determinadas características que superaban las técnicas agrícolas modernas. Durante los últimos años, agrónomos y arqueólogos han reconstruido estos campos elevados y los sembrados experimentales en ellos han proporcionado unas cosechas muy superiores a los sembrados normalmente.
Asimismo, los cultivos de las zonas experimentales soportaron casi sin perdidas las bajas temperaturas y extrema sequía que se dio en el lugar. Estas técnicas ancestrales llamaron la atención de las autoridades bolivianas y de otros organismos internacionales que las han aplicado en otros lugares del mundo. Todo esto se asemeja significativamente con lo que hicieron los dioses de Sumer.
  • Los sukakollus o terraplenes, creaciones propiamente tiwanakotas, consistían en ubicar los cultivos en andenes que se protegían de la helada mediante surcos laterales profundos con agua permanente; en ellos, se obtenía un microclima más cálido y húmedo que el ambiente circundante.


  • Cultivos en sukakollus o canellones
    El agua se calienta durante el día e irradia ese calor por la noche, evitando las heladas de los cultivos.

    

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